Cuando cruzas la puerta de nuestro taller de relojería, te das cuenta de que la revisión de un reloj no es un capricho, sino una exigencia autoimpuesta que nace de la idea de que el reloj es una obra de ingeniería y que ha de tratarse como tal.
El proceso del trabajo de un relojero es largo y minucioso. Las primeras manos que tocan un reloj en el taller son las de los encargados de la fornitura, que pulen brazalete y caja del reloj. Posteriormente, se lleva a cabo la limpieza de las piezas, a través de una máquina que opera con ultrasonidos. Tras comprobar la estanqueidad del reloj con máquinas creadas específicamente para su control, el especialista se embarca en el último paso, el más complicado: revisar manualmente todas las entrañas del reloj, a través de un análisis manual de todas y cada una de sus piezas.
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